Un enfoque actual del campo
político-social, económico y aun científico nos muestra un panorama sumamente
complejo y confuso. La terrible velocidad y variedad de las comunicaciones en
todo el mundo hace que el individuo joven reciba simultáneamente gran cantidad
de mensajes desde toda clase de distancias, de distinta calidad y carácter,
que no puede metabolizar ni sintetizar. Por el contrario, se transforman en
mensajes que pueden llegar a ser ambiciosos o contradictorios. El “ambiente” se
ha hecho muy vasto desde una edad muy temprana. La “comunicación masiva” que
lleva a la incomunicación, la publicidad de toda clase, el uso estupefaciente
de la televisión, la alienación creada por las condiciones de trabajo, la
violencia, en todas sus expresiones, como pautas culturales intrusivas y los
sistemas de represión ideológica de toda clase son algunos de los muchos
factores responsables de la confusión alienante del sentimiento de identidad
que, por actitud reactiva o defensa desesperada, empuja, a veces, a una
elección compulsiva de una determinada ideología para salir del caos y evitar
el peligro del derrumbe de la identidad. Es por eso
que hoy en día la juventud revolucionaria tiene un doble reto; a lo interno del
proceso debe demostrar que cuenta con la suficiente capacidad y madurez
política como para asumir las riendas de un proceso, en cualquier espacio de
responsabilidad que se le otorgue, ya sea un espacio institucional o
esencialmente político; mientras que por otro lado, al frente de la sociedad
venezolana, fuera de las estructuras formales de la Revolución, la juventud se
encuentra a la altura de las circunstancias políticas que imponen el pretender
construir el Socialismo en un país, es así donde nacen nuevos pensamientos
juveniles quienes son el fututo y nace así no sólo, un nuevo gobierno, un nuevo
período histórico, sino una nueva forma de concebir al ser humano y su
realidad, al joven y su generación; la generación que debemos construir, ya que
los seres humanos somos racionales y la racionalidad es necesaria, y lo es
especialmente como arma para enfrentar los dogmas que aspiran gobernar nuestras
vidas, pero en ningún momento podemos olvidar que estamos hablando de una
simple herramienta y no un fin en sí mismo. Este doble reto, pasa necesariamente por la formación
política y técnica de las generaciones más jóvenes, la generación que hoy se
encuentra en los liceos conjuntamente con la que se encuentra en las
universidades, la generación de jóvenes que hacen vida en los movimientos
sociales, en conclusión, la juventud venezolana que lucha contra el
imperialismo y a favor de la transformación de la realidad para construir el
Socialismo. Este proceso de formación política y técnica debe estar en capacidad
de “develar la realidad”, la prédica
hipócrita permanente de la libertad, la grandeza y la dignidad inalienables de
la persona, del dominio y la autonomía de la razón, de la bondad, de la
humanidad, del amor indiscriminado a los hombres, de la justicia, y por otra
parte, mientras el mundo capitalista muestra la humillación general de la mayor
parte de la humanidad, la irracionalidad del proceso social de la vida, el
triunfo del mercado de trabajo sobre la humanidad, de la ganancia sobre al amor
al hombre.
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